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Description | Yahweh is the source of all creation. Jesus is the only Begotten Son, the Divine healer. The Holy Spirit gives peace, joy. 3 Persons in ONE undivided God, the Blessed Trinity. God is Love, Jesus proves it
As Jesus went along, he saw a man blind from birth.
So the man went and washed, and came home seeing. His neighbors and those who had formerly seen him begging asked, "Isn't this the same man who used to sit and beg?" Some claimed that he was.
Jesus Raises Lazarus From the Dead
Jesus Comforts the Sisters Jesus, once more deeply moved, came to the tomb. It was a cave with a stone laid across the entrance. "Take away the stone," he said. "But, Lord," said Martha, the sister of the dead man, "by this time there is a bad odor, for he has been there four days." Then Jesus said, "Did I not tell you that if you believed, you would see the glory of God?" So they took away the stone. Then Jesus looked up and said, "Father, I thank you that you have heard me. I knew that you always hear me, but I said this for the benefit of the people standing here, that they may believe that you sent me." When he had said this, Jesus called in a loud voice, "Lazarus, come out!" The dead man came out, his hands and feet wrapped with strips of linen, and a cloth around his face. Jesus said to them, "Take off the grave clothes and let him go." Now when Jesus returned, a crowd welcomed him, for they were all expecting him. Then a man named Jairus, a ruler of the synagogue, came and fell at Jesus' feet, pleading with him to come to his house because his only daughter, a girl of about twelve, was dying. As Jesus was on his way, the crowds almost crushed him. And a woman was there who had been subject to bleeding for twelve years, but no one could heal her. She came up behind him and touched the edge of his cloak, and immediately her bleeding stopped. "Who touched me?" Jesus asked. When they all denied it, Peter said, "Master, the people are crowding and pressing against you." But Jesus said, "Someone touched me; I know that power has gone out from me." Then the woman, seeing that she could not go unnoticed, came trembling and fell at his feet. In the presence of all the people, she told why she had touched him and how she had been instantly healed. Then he said to her, "Daughter, your faith has healed you. Go in peace." While Jesus was still speaking, someone came from the house of Jairus, the synagogue ruler. "Your daughter is dead," he said. "Don't bother the teacher any more." Hearing this, Jesus said to Jairus, "Don't be afraid; just believe, and she will be healed." When he arrived at the house of Jairus, he did not let anyone go in with him except Peter, John and James, and the child's father and mother. Meanwhile, all the people were wailing and mourning for her. "Stop wailing," Jesus said. "She is not dead but asleep." They laughed at him, knowing that she was dead. But he took her by the hand and said, "My child, get up!" Her spirit returned, and at once she stood up. Then Jesus told them to give her something to eat. Her parents were astonished, but he ordered them not to tell anyone what had happened. __________________________________________________________ A su paso, Jesús vio a un hombre que era ciego de nacimiento. Y sus discípulos le preguntaron: —Rabí, para que este hombre haya nacido ciego, ¿quién pecó, él o sus padres? —Ni él pecó, ni sus padres —respondió Jesús—, sino que esto sucedió para que la obra de Dios se hiciera evidente en su vida. Mientras esté yo en el mundo, luz soy del mundo. Dicho esto, escupió en el suelo, hizo barro con la saliva y se lo untó en los ojos al ciego, diciéndole: —Ve y lávate en el estanque de Siloé (que significa: Enviado). El ciego fue y se lavó, y al volver ya veía. Sus vecinos y los que lo habían visto pedir limosna decían: «¿No es éste el que se sienta a mendigar?» Unos aseguraban: «Sí, es él.» Otros decían: «No es él, sino que se le parece.» Pero él insistía: «Soy yo.» —¿Cómo entonces se te han abierto los ojos? —le preguntaron. —Ese hombre que se llama Jesús hizo un poco de barro, me lo untó en los ojos y me dijo: "Ve y lávate en Siloé." Así que fui, me lavé, y entonces pude ver. —¿Y dónde está ese hombre? —le preguntaron. —No lo sé —respondió. ... ... interrogaron de nuevo al ciego: —¿Y qué opinas tú de él? Fue a ti a quien te abrió los ojos. —Yo digo que es profeta —contestó. Pero los judíos no creían que el hombre hubiera sido ciego y que ahora viera, y hasta llamaron a sus padres y les preguntaron: —¿Es éste su hijo, el que dicen ustedes que nació ciego? ¿Cómo es que ahora puede ver? —Sabemos que éste es nuestro hijo —contestaron los padres—, y sabemos también que nació ciego. Lo que no sabemos es cómo ahora puede ver, ni quién le abrió los ojos. Pregúntenselo a él.
Jesús resucita a Lázaro
Jesús consuela a las hermanas de Lázaro Conmovido una vez más, Jesús se acercó al sepulcro. Era una cueva cuya entrada estaba tapada con una piedra. —Quiten la piedra —ordenó Jesús. Marta, la hermana del difunto, objetó: —Señor, ya debe oler mal, pues lleva cuatro días allí. —¿No te dije que si crees verás la gloria de Dios? —le contestó Jesús. Entonces quitaron la piedra. Jesús, alzando la vista, dijo: —Padre, te doy gracias porque me has escuchado. Ya sabía yo que siempre me escuchas, pero lo dije por la gente que está aquí presente, para que crean que tú me enviaste. Dicho esto, gritó con todas sus fuerzas: —¡Lázaro, sal fuera! El muerto salió, con vendas en las manos y en los pies, y el rostro cubierto con un sudario. —Quítenle las vendas y dejen que se vaya —les dijo Jesús. Cuando Jesús regresó, la multitud se alegró de verlo, pues todos estaban esperándolo. En esto llegó un hombre llamado Jairo, que era un jefe de la sinagoga. Arrojándose a los pies de Jesús, le suplicaba que fuera a su casa, porque su única hija, de unos doce años, se estaba muriendo. Jesús se puso en camino y las multitudes lo apretujaban. Había entre la gente una mujer que hacía doce años padecía de hemorragias, sin que nadie pudiera sanarla. Ella se le acercó por detrás y le tocó el borde del manto, y al instante cesó su hemorragia. —¿Quién me ha tocado? —preguntó Jesús. Como todos negaban haberlo tocado, Pedro le dijo: —Maestro, son multitudes las que te aprietan y te oprimen. —No, alguien me ha tocado —replicó Jesús—; yo sé que de mí ha salido poder. La mujer, al ver que no podía pasar inadvertida, se acercó temblando y se arrojó a sus pies. En presencia de toda la gente, contó por qué lo había tocado y cómo había sido sanada al instante. —Hija, tu fe te ha sanado —le dijo Jesús—. Vete en paz. Todavía estaba hablando Jesús, cuando alguien llegó de la casa de Jairo, jefe de la sinagoga, para decirle: —Tu hija ha muerto. No molestes más al Maestro. Al oír esto, Jesús le dijo a Jairo: —No tengas miedo; cree nada más, y ella será sanada. Cuando llegó a la casa de Jairo, no dejó que nadie entrara con él, excepto Pedro, Juan y Jacobo, y el padre y la madre de la niña. Todos estaban llorando, muy afligidos por ella. —Dejen de llorar —les dijo Jesús—. No está muerta sino dormida. Entonces ellos empezaron a burlarse de él porque sabían que estaba muerta. Pero él la tomó de la mano y le dijo: —¡Niña, levántate! Recobró la vida y al instante se levantó. Jesús mandó darle de comer. Los padres se quedaron atónitos, pero él les advirtió que no contaran a nadie lo que había sucedido. |
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